miércoles, 11 de noviembre de 2009

Historia del lobo y el cordero

Junto a las mariposas, las flores renacen de la tierra, el pasto reverdece. Con el sol el lobo puede mirarse en el espejo: él es malo, muy feo. Y el lobo es quien grita, golpea el espejo: "¡Odio a los gitanos!". Las mariposas escapan, los vidrios desaparecen. "¡Odio a los judíos!", come tierra, pasto: "También a los negros". A los lejos...aparece el cordero (y así nace el título del cuento). El lobo austríaco- además de hablar- piensa: "El cordero no comprenderá lo que le diré-se acerca, muestra sus colmillos- Hoy lo comeré..."

- Yo te comeré...
- No- respondió el cordero blanco- No me comerás
- ¡¿Como?!- el lobo se encontraba sorprendido
- En algunos sueños los corderos hablan- se acerca al lobo- Pero yo soy real...y sé que no me comerás
- ¿Como que no te comeré?- el lobo mira hacia los costados- ¿Por qué?
- Porque yo soy un cordero puro, blanco. Y tú no, tú no, tú no...
- ¡Basta!- con sus garras tapa sus orejas- Lo ario...
- Tú no eres ario- las palabras del cordero tienen la fuerza de un huracán- Tú no eres rubio, no eres alemán. Tú no eres...
- ¡Basta, basta! ¡No lo soporto más!- el lobo prepara las garras- A tu voz, que es la oposición, yo, Adolf Hitler, la acallaré.
- Para mi silencio tendrás que comerme- el cordero sonríe- ¿Tienes deseos de hacerlo?- el lobo duda, piensa- No; los vegetarianos no comen corderos y tú sabes bien que, sin deseos, es imposible acceder al poder- al decir esta última palabra, el cordero creció y creció hasta transformarse en un cordero gigante; antes de comerse al lobo, le susurró- El más apto soy yo.

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